¿Cuántas veces nos habremos caído de pequeños y cuántas veces habremos llorado más por lo que se le echaba a la herida que por la herida en si? Esto se debe al falso mito que dice que el agua oxigenada o el alcohol son los productos idóneos para limpiar una lesión. Ambos se tratan de sustancias químicas muy irritantes, por lo que su uso sólo es recomendable sobre piel intacta, sana. Esto se debe a que no diferencian entre bacterias "malas" (gérmenes) y las células del propio tejido, afectando a los dos por igual.
Y os preguntaréis: entonces, "¿cuáles serían los pasos para desinfectar correctamente una herida?". Pues son los siguientes:
1. Lavar la herida con abundante agua.
2. Limpiar con suero fisiológico, y, en su defecto, con agua y jabón, con el fin de quitar toda la suciedad que pueda haber.
3. A continuación, secar los bordes de la herida, la piel perilesional, evitando tocar de forma directa la herida abierta.
4. Aplicar un antiséptico, que puede ser tanto la clorhexidina (que suele ser el antiséptico por excelencia), o la povidona yodada, también conocida con el nombre comercial de Betadine (contraindicado en lactantes, embarazadas...).
5. Cubrir con un apósito.
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