Al morirnos, nuestras funciones vitales se van desvaneciendo progresivamente. El paro de los latidos del corazón implica también un paro de la circulación de la sangre, haciendo que nuestro cuerpo quede paralizado y se enfríe. Sin embargo, aunque todo esto ocurra, nuestras células no se mueren al instante, sino que pueden vivir hasta algunos días, luchando por recuperar lo imposible: la homeostasis.
Es por ello que se solía creer que tanto las uñas como el pelo seguían su proceso de crecimiento post mortem. En los últimos años se ha demostrado que, a pesar de que sí que puede haber una producción de queratina después de morirnos, este proceso se ve paralizado, al igual que la proliferación de células de las uñas y capilares. Es por tanto imposible que estos crezcan, pues carecen de sustento que lo haga factible.
Entonces, ¿por qué se ven más largos?
Esto ocurre porque cuando fallecemos, nuestro cuerpo se empieza a deshidratar, creando un efecto óptico que puede hacer cuestionarnos si realmente crecen. Al deshidratarnos, la piel comienza a retraerse, por lo que la exposición de las uñas y del cabello será mayor.
Si quieres saber más sobre qué le ocurre a nuestro cuerpo al morirnos, puedes consultar el siguiente vídeo y enlaces:
1. ¿Cuáles son los cambios físicos que sufre un cadáver post mortem?
2. ¿Siguen creciendo el pelo y las uñas tras la muerte?
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